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sábado, 31 de agosto de 2019

NEKRO ARS



Memento Mori
La palabra latina Memento Mori (Recuerda que morirás) tiene su origen en la Antigua Roma. Un general victorioso desfilaba por las calles de Roma, cuando se acercó su siervo para decirle “Memento Mori” (Recuerda que morirás). A lo que hizo alusión fue a (Recuerda que eres Mortal).
La frase citada anteriormente como Memento Mori suele utilizarse en el ámbito artístico para denominar las representaciones de los difuntos en el arte.

                                  El fin de la gloria del mundo (1672), Juan Valdés Leal




                                                           Muerte y vida, de Gustav Klimt





 Título original: La jeune fille et la mort Autor: Marianne Stokes Año: 1900 +info Marianne Stokes (Wikipedia) Mujeres pintoras: Marianne Stokes: victoriana y prerrafaelita (Blog)



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                “Las edades y la muerte” de Hans Baldung (Obra fechada en 1485)



 

 “Gran escena de la muerte” pintado por el expresionista Max Beckmann, de 1906. Mide 130 x 140 cm.



                              Juan de Valdés Leal, "In Ictus Oculi". Óleo sobre tela, 1672 





 Pieter Bruegel el Viejo – El triunfo de la Muerte (después de la restauración)’. 1562 – 1563. Óleo sobre tabla, 117 x 162 cm. Museo Nacional del Prado.





                                  Oleo sobre tela Muerte a Caballo. Firma M.Minguez

 

            José Clemente Orozco, El muerto              1925-1928.

 

 

El Juicio Final, de Jan van Eyck
La primera vez que Jesús vino al mundo predicó el amor y con su crucifixión expió nuestros pecados, pero en su segunda venida el sol se oscurecerá, las estrellas caerán del cielo y será el rechinar de dientes. O eso dicen. Jan van Eyck representó en un díptico ambas escenas, aunque la que ahora nos interesa es la de la derecha. El Día de los Difuntos consiste precisamente en recordar a aquellos que han fallecido pero se encuentran en la sala de espera del purgatorio, aquí vemos en el centro de la imagen a algunos esperando a ser juzgados. De manera que unos irán al cielo y otros (entre los que se incluyen clérigos y reyes) bajo la mirada del arcángel san Miguel y de una representación de la Muerte (de nuevo un esqueleto) caerán en el infierno de abajo, donde espantosos demonios los desmembrarán y devorarán. Merece la pena ver aquí en detalle esos tormentos.




 Danza macabra, de Bernt Notke

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.


Seguramente la mayoría recordará del colegio estos versos de Jorge Manrique, un poeta que nació el mismo año, 1440, que el que generalmente se suele atribuir a Bernt Notke, un pintor que lograría plasmar en imágenes esa misma idea. Al fin y al cabo era un tópico de la época, la llamada «Danza de la muerte», que recordaba a todos los humanos su mortalidad sin importar su rango. Cabe imaginar que para las clases inferiores supondría un regodeo íntimo pensar que todos esos pomposos reyes u obispos que vivían a su costa acabarían mordiendo el polvo. Nada nos iguala más, haciendo caer hasta al más poderoso de su pedestal, como Homer cuando señalaba certeramente que si alguien estaba muerto entonces tan listo no sería.

 

Bodegón Vanitas, de Pieter Claesz





                                              La fragilidad humana, de Salvator Rosa 



                                   Jardín de La Muerte, de Hugo Simberg